De
espaldas a las miserias de la verdad sólo las coordenadas
de
la ficción son reales, por lo que el mapa se convierte
en
metáfora última de la escritura…
En su primer
volumen de cuentos R.H Moreno-Duran se vale de seis miradas que confluyen en la
misma metáfora: el cuerpo de la mujer como escenario sensual y poético del
universo urbano. Así, encarnando seis miradas distintas construye unos
acertados relatos autocontenidos donde la mirada femenina se permea del modismo
culto, del exquisito juego de palabras, de las referencias literarias y, en
fin, de una erudición lúdica que hacen de la lectura un placer donde el plano
de lo sexual se yuxtapone sinfónicamente, no en balde la música goza de un
lugar especial en el libro, con el plano de lo textual.
Una de las mayores virtudes de Metropolitanas, publicado por primera
vez en 1983 en la Barcelona donde residía en ese entonces el escritor tunjano,
radica en que el torrencial universo erudito no deviene en mamotreto
insoportable. Antes bien, la magia del libro se ve crasamente amparada por
estas citas y juegos retóricos delicados, marca característica de Moreno-Duran
rescatada por la crítica literaria de ese momento. Literatura, música, arte y
vida se entretejen coordenadamente en la ficción deliciosa de la prosa del
escritor, convirtiendo al lector del libro en un voyeur complacido de las
intrigas, las pasiones y los desamores que viven las protagonistas de estos
relatos.
La historia de la literatura
colombiana le adeuda a Moreno-Duran un capítulo importante en sus páginas, escritos
como los compilados en el volumen de Metropolitanas
así lo demuestran. Como con el
cristianismo, la lectura del escritor tunjano es una religión para iniciados,
para los lectores juiciosos y atentos que se ven recompensado con el poder
descifrar esos universos autocontenidos donde los guiños al mundo de la
literatura y las artes son frecuentes y constituyen los pilares de los
discursos más ricos en sutil erotismo de las letras nacionales.