miércoles, 9 de abril de 2014

Shoplifting from American Apparel



"'You know those people that get up every day, and do things,' said Luis.

'I'm going to eat cereal even though I'm not hungry,' said Sam.

'And are real proactive,' said Luis. 'And like are getting things done, and never quit their jobs. Those people suck.'"


La primera novela corta de Tao Lin, quinto del joven escritor norteamericano, pareciera un libro escrito desde una pluma, en este caso probablemente un MacBook, apática y sin arte. Este truco es quizás una de las cosas más difíciles al escribir una novela. La voz del narrador se ocupa de la monótona existencia de Sam, un joven escritor que trabaja en un restaurante de comida vegetariana, bebe café helado y, ocasionalmente y aunque no lo necesita, roba productos de las mega tiendas de los Estados Unidos, sólo para terminar arrestado y salir bajo fianza para compartirlo con sus contactos del chat de Gmail.
            El acierto mayor de este libro quizás radique en la deshumanización completa que logra de los personajes que retrata, si es posible hablar de un retrato en la medida en que Sam no es caracterizado por ningún rasgo particular, por ninguna opinión o postura política concreta e, incluso para lograr saber cómo se siente, tenemos que esperar a que el protagonista lo enuncie, como en un chat donde el rostro se ve reemplazado con un emoticón, desde una fórmula mecánica y fría: “me siento bien”, “me siento calmado” y, en un momento extático, “me siento muy bien”. El sujeto alienado de la generación del Internet se esgrime entonces como el héroe de una posmodernidad que ya valdría la pena volver a enunciar.
            Probablemente la novela corta de Tao Lin no sea para todo el mundo. Algún crítico dijo que es el libro más cómico y más triste que había leído en mucho tiempo, pero para entender la magia de su humor se requiere una serie de conocimientos anclados en la cultura contemporánea que no son universales a todos los lectores. De lo contrario, acciones como comprar un cd de música emo para alegrarse pasara desapercibido si no se entienden los códigos culturales sobre los que se cimentan los elementos de la narrativa de Tao Lin. Un ejercicio de literatura minimalista en su forma más pura, un libro sin contenido aparente que, al terminarlo, nos cuestiona desde el silencio sobre dónde estamos parados como sujetos contemporáneos.  

viernes, 28 de febrero de 2014

Metropolitanas



De espaldas a las miserias de la verdad sólo las coordenadas
de la ficción son reales, por lo que el mapa se convierte
en metáfora última de la escritura…

En su primer volumen de cuentos R.H Moreno-Duran se vale de seis miradas que confluyen en la misma metáfora: el cuerpo de la mujer como escenario sensual y poético del universo urbano. Así, encarnando seis miradas distintas construye unos acertados relatos autocontenidos donde la mirada femenina se permea del modismo culto, del exquisito juego de palabras, de las referencias literarias y, en fin, de una erudición lúdica que hacen de la lectura un placer donde el plano de lo sexual se yuxtapone sinfónicamente, no en balde la música goza de un lugar especial en el libro, con el plano de lo textual.
            Una de las mayores virtudes de Metropolitanas, publicado por primera vez en 1983 en la Barcelona donde residía en ese entonces el escritor tunjano, radica en que el torrencial universo erudito no deviene en mamotreto insoportable. Antes bien, la magia del libro se ve crasamente amparada por estas citas y juegos retóricos delicados, marca característica de Moreno-Duran rescatada por la crítica literaria de ese momento. Literatura, música, arte y vida se entretejen coordenadamente en la ficción deliciosa de la prosa del escritor, convirtiendo al lector del libro en un voyeur complacido de las intrigas, las pasiones y los desamores que viven las protagonistas de estos relatos.
            La historia de la literatura colombiana le adeuda a Moreno-Duran un capítulo importante en sus páginas, escritos como los compilados en el volumen de Metropolitanas  así lo demuestran. Como con el cristianismo, la lectura del escritor tunjano es una religión para iniciados, para los lectores juiciosos y atentos que se ven recompensado con el poder descifrar esos universos autocontenidos donde los guiños al mundo de la literatura y las artes son frecuentes y constituyen los pilares de los discursos más ricos en sutil erotismo de las letras nacionales.