“Al menos las muletas son honestas”
Esta fue la
primera novela publicada, en el 2005, desde que el autor sudafricano J. M.
Coetzee ganara el Premio Nobel de literatura dos años antes. En ella se narran
las vicisitudes que Paul Rayment, un fotógrafo retirado, debe afrontar al
perder su pierna tras haber sido chocado por un joven irresponsable cuando daba
un paseo en bicicleta. Rayment se encontrará entonces en la dificultad de
adaptarse a la vida de un lisiado, renunciando al uso de una prótesis por
considerarlo indigno y aprendiendo a vivir en su vejez con un par de muletas
como un sustituto de su pierna amputada. En su convalecencia se enamorará de su
enfermera, una inmigrante croata que decidió viajar a Australia con toda su
familia en aras de buscar un futuro más amable.
La novela de Coetzee es rica en
detalladas descripciones psicológicas del convaleciente Rayment, ahondando en
problemas en torno al amor, al cuidado de los otros, al altruismo y a la
incapacidad física. En ella reaparece Elizabeth Costello, la escritora
australiana de la novela homónima anterior a la publicación de Hombre lento, quien exhortará a Rayment
a que asuma un rol activo de su vida, haciéndose responsable de sus decisiones
y la vida que le tocó vivir tras el accidente. No obstante, lejos de ser un
personaje desinteresado, Costello introduce una tensión en el desarrollo de la
trama que desubicará a sus protagonistas.
La novela de Coetzee se demora en
empezar. Mas en honor a la verdad ese lento lapso en que se construye la
atmosfera y la trama es digno de ser soportado. En efecto, una vez sentadas las
bases de la novela, Hombre lento se
desarrolla con presteza y pericia narrativa, reafirmando la destreza de Coetzee
en cada párrafo y reivindicando el papel de uno de los más importantes Nobel de
la literatura.